Español
Importante
• Antes de conectar el aparato a la red, cerciórese de
que la tensión indicada en la placa de características
corresponda a la de la red.
• El agua y la electricidad son una combinación
peligrosa. No use el aparato en recintos húmedos
(p.ej., en el cuarto de baño) ni cerca de una piscina.
• Si usted acaba de salir de la piscina o de tomarse
una ducha, séquese bien antes de utilizar el aparato.
• Desconecte el aparato de la red después del uso.
• No deje que los niños puedan jugar con el solárium.
• Deje que el solarium se enfríe (unos 15 minutos)
antes de guardarlo.
• Transporte el solarium únicamente en estado
plegado (fig. 2).
• Mantenga las aberturas de ventilación de la sección
de lámparas y de la base libres de obstrucciones
cuando use el solarium.
• Para su seguridad este aparato viene dotado de una
protección térmica. En caso de sobrecalentamiento
este dispositivo desconectará el solarium
automáticamente. Una vez eliminada la causa del
sobrecalentamiento (por ejemplo una toalla
cubriendo las aberturas de ventilación), y enfriado el
solarium, el dispositivo volverá a conectarlo
automáticamente.
• No exceda los tiempos de tratamiento
recomendados ni la cantidad máxima de horas de
bronceado (véase la sección "Sesiones de UV:
¿cuántas y de qué duración?").
• No elija una distancia de tratamiento inferior a los 75
cm recomendados.
• No se broncee más de una vez al día. Evite una
exposición intensiva de la piel a la luz del sol el
mismo día que haya seguido un tratamiento de UV.
El sol
El sol es la fuente de energía de la que depende toda la vida
en la tierra.
Hay varias clases de energía solar: la luz nos permite ver;
sentimos el calor de los rayos solares en la piel, y, bajo el
efecto del sol, nos bronceamos.
Estos tres efectos se deben a otros tantos componentes del
espectro solar, cada uno con su propia longitud de onda.
El sol irradia vibraciones electromagnéticas con longitudes de
onda muy diferentes. Las longitudes de onda de los rayos
caloríficos o "infrarrojos" (IR) son mayores que las de la luz
visible, y menores las de los rayos "ultravioleta" (UV), bajo
cuyo efecto nos bronceamos.
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UV C
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• Si padece usted alguna enfermedad, está tomando
algún medicamento, o usa cosméticos que
aumenten la sensibilidad de la piel, no empiece un
tratamiento de UV. Y muy especialmente hay que
tener cuidado si usted es particularmente sensible a
los rayos ultravioleta. En caso de duda, consulte al
médico.
• Consulte al médico si observa que en la piel se
dearrollan úlceras, lunares o bultos persistentes.
• No se recomienda el uso del solarium por personas
que normalmente desarrollen los síntomas de
quemadura sin llegar a broncearse cuando toman el
sol, ni por personas que ya muestren los efectos de
quemadura, ni por los niños, ni por personas que
sufran (o que en algún momento hayan sufrido) los
síntomas de cáncer cutáneo o que tengan
propensión a desarrollar cáncer cutáneo.
• Durante las sesiones de bronceado, utilice siempre
las gafas protectoras para protegerse contra dosis
excesivas de rayos ultravioleta, luz visible y rayos
infrarrojos (véase también la sección "Los rayos UV
y la salud").
• Antes de usar el solarium elimine cremas, lápiz de
labios y demás cosméticos que pueda haber usado.
• No use lociones o cremas con filtro solar.
• No use lociones ni cremas bronceadoras.
• Si observa que la piel se queda tirante tras una
sesión de bronceado con UV, puede aplicarse una
crema hidratante.
• No utilice nunca el solarium si se ha roto o eliminado
el filtro UV o si se ha averiado el reloj.
• Los filtros UV se calientan mucho durante las
sesiones de bronceado. Evite, pues, el contacto con
los mismos.
• Al igual que con el sol, los colores pueden perder su
intensidad bajo el efecto del solarium.
• No espere que el aparato produzca mejores
resultados que el sol.
La ciencia ha conseguido reproducir estas tres clases de
energía solar: calor (p.ej., Infraphil), luz (lámparas de
alumbrado) y UV (solariums, etc.).
UV-A, UV-B y UV-C
La radiación ultravioleta (UV) se divide en UV-A (longitudes de
onda más largas), UV-B y UV-C (longitudes de onda más
cortas).
Los rayos UV-C rara vez llegan a la superficie de la tierra,
siendo absorbidos por la atmósfera. Los UV-A y UV-B son los
que producen el bronceado de la piel.